No todos los héroes llevan capa… ni todo aquel que lleve capa tiene por qué ser un héroe. Ni toda historia con gente que tiene poderes, los hayan adquirido de la forma que sea, tienen que ser superhéroes.
«El Efecto Ícaro» es un webcómic, que también cuenta con versión impresa, que parte de esa premisa: gente con poderes, aprovechando sus nuevas habilidades para seguir con su vida, clamar venganza, hacer el bien (o algo que se le parezca) o, simplemente, sobrevivir. No te conviertes en superhéroe o supervillano por estar en el sitio adecuado en el momento preciso y conseguir poderes. En este caso, ese lugar y ese momento es la presentación de un experimento en un teatro de la malagueña y ficticia ciudad de Álamos.
Aunque ya tuvo una primera versión hace años, Sergio Gallardo, su creador, ha revisitado a sus personajes y situaciones, cambiando algunas cosas, ampliando otras y añadiendo bastantes nuevas a la mezcla. Sea con su propio dibujo o con el de Jonathan Cañamero, ya os digo, como alguien que leyó la primera versión hace bastantes años, que la mejora es muy notable. Esta es la historia… bueno, conjunto de historias, de alguien que se ha peleado con las viñetas durante mucho tiempo y ha encontrado la mejor forma de volver con su proyecto estrella.
En ambas versiones, como digo, vamos a tope con este concepto de gente con poderes. En vez de caer en la más imperante tendencia, cínica y de falsa madurez, de los «superhéroes realistas» (que tampoco es que sea algo actual, pero la versión televisiva de «The Boys» la ha traído de vuelta y con fuerza), «El Efecto Ícaro» no busca regodearse en burlarse de los superhéroes, pese a ser un género que no atrae a Sergio. No, solo quiere contar cómo afecta a la gente ordinaria tener poderes extraordinarios y qué hacen en consecuencia. Son historias humanas con habilidades que no lo son tanto, y se complementan a la perfección.
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